Este Blog nació el 13 de junio del 2008, como un intento de compartir, como médico católico, ideas sobre medicina, mis libros favoritos y espiritualidad.

Publicaremos con la periodicidad que nuestro ocupado trabajo nos permita, comentarios, reflexiones e ideas relacionadas a estas áreas.

No pretendemos ser dueños de la verdad, ni tener todas las respuestas, solo compartimos lo que sentimos que es importante. Los frutos (que al final los cosecha el Señor), dependen del uso de la libertad de cada uno.

domingo, 25 de diciembre de 2011

FELIZ NAVIDAD


Navidad, nunca triste, nunca solo
Hace unos días quise hablar con un paciente sobre la cercanía de la Navidad y su familiar me pidió que no mencione el tema. "Se pondrá muy triste" me dijo. Posiblemente sea su última Navidad.
Hace unos días escuché al familiar de un paciente comentar que no era fácil tener una feliz Navidad si a su familiar lo mantendrían hospitalizado en Navidad.
Hace unos días escuche a una persona decir que una vez más iba pasar la Navidad solo.

Una de las cosas que más me emociona de la Navidad es como ese espíritu que parece estar escondido durante todo el año despierta desde los días previos y como la mayoría de la gente parece transformarse con una alegría que parece recordarnos que el Amor está vivo.

Pero una de las cosas que me entristece cuando pasa Navidad es que para casi todos, las cosas vuelven a ser como siempre al día siguiente. La magia y la paz parecen desaparecer y el amor se adormece. Entonces reaparece la rutina dejando todo atrás como si fuera un bello sueño. Las campanas, los villancicos, los fuegos artificiales se olvidan para pensar en el nuevo año que llega. Solo los niños lo tienen presente, al ver en sus regalos un reflejo del amor de quienes se los entregaron.

Y la noche previa a la Navidad es un momento especial donde dependiendo de las experiencias que hayamos tenido podemos sentirnos de muchas maneras. Desde indiferentes, tristes, o nostálgicos hasta radiantes y jubilosos; con esa alegría que nace del compartir con los demás y de celebrar el nacimiento de Jesús.

Navidad suele ser para la mayoría tiempo de paz, amor, unión y regalos. Pero hay algunos para quienes no es un tiempo de alegría o de fiesta.

La libertad del ser humano es un tema complejo, y en esos tres casos que comento al inicio de esta entrada se ve como a veces no queremos ver las cosas desde una perspectiva diferente.

Pienso en la angustia de San José al no encontrar posada, la humana preocupación de María y José de pensar que su hijo va a nacer en un pesebre, rodeado de animales. Pero pienso también en la Fe, la Esperanza y el Amor que ambos tenían. Esa Esperanza que sin duda la Virgen reforzaba en su esposo y que ambos por el amor que se tenían, comprendían que todo tenía un sentido. Las dificultades son siempre señales, especialmente cuando no dependen de nosotros, cuando no las buscamos. "María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón" nos dice San Lucas al relatar la visita de los pastores al pesebre (Lucas 2,19)

Hoy vi sonreír al paciente a quien su familiar no quería que se le recuerde que estaba cerca la Navidad. Escuchó a alguien quejarse por tener que trabajar en nochebuena, y luego escuchó a otra persona darle una explicación que le hizo sonreír. Le hizo entender que un enfermo puede convertirse en Jesús..."estuve enfermo, y me visitaron"(Mateo 25,36). Si los todos los que visitamos a un enfermo fuésemos conscientes de esa oportunidad que se nos presenta cada día y lo especial que esto suceda en Navidad...es al niño a quien visitamos. Y el enfermo es a Jesús a quien representa y lleva en su cuerpo. Eso lo comprendió este paciente y eso le dio la paz para aceptar su enfermedad y comprender que hay cosas que no están en las manos de los médicos sino en las manos de Dios. Quienes lo visiten mañana 25 podrán a través de él visitar a Jesús en el pesebre, al igual en que en cada paciente que visiten.

Hoy vi a un familiar del segundo paciente armar un árbol de Navidad en la habitación. De hecho la paciente está mejor, pero aun hay un camino por recorrer. El padre, la madre y el esposo han entendido que la enfermedad, con todo el dolor, incertidumbre y angustia que puede originar es también una oportunidad. Una oportunidad para descubrir sus fortalezas, sus miedos, sus dudas, sus esperanzas. Han tomado más conciencia de que están muy unidos, lo mucho que se aman, y que mientras haya ese amor, saldrán adelante. Van a tener chocolate y panetón para compartir con quienes los visiten el día 25.

La tercera persona ha tenido una vida algo dura, pero creo que de una u otra manera Dios le ha puesto delante los medios para poder descubrir que en realidad no está solo. La soledad en realidad uno la busca, y va más allá del tener gente alrededor. Cuantas veces uno puede estar rodeado de mucha gente y está realmente solo. Y de otro lado, cuanta gente que estando físicamente sola lleva en el corazón el amor de aquellos para quien es importante. El que las circunstancias o la distancia hagan que uno este aparentemente solo no deben dejar que la tristeza aparezca, basta mirar con esperanza y recordar los tesoros que uno guarda en el corazón, el cariño y la ternura que uno ha recibido, el saber que el silencio, la ausencia y la distancia son muchas veces circunstanciales. Si hay amor, este debe nutrir la paciencia y la esperanza de que vendrán tiempos mejores, aunque tome tiempo.

No dejemos que las cosas circunstanciales de la vida afecten el motivo principal de la alegría de la fiesta. La alegría es porque Jesús nació. No es lo más importante el que voy a reunirme con mi familia, el que voy a recibir regalos, el que voy a tener un día de "Paz y Amor". Todo ello es consecuencia de celebrar el nacimiento de Jesús. Y celebrarlo implica intentar acercarse no solo al pesebre, sino al mensaje que Jesús nos trae. Que el que las cosas no sean como uno desea no nos impida sentir el sentido real de la fiesta, celebrar a Jesús, no nuestros logros o nuestras alegrías. Entonces ni una enfermedad, ni la soledad, ni un problema personal debe opacar la alegría que debo sentir por el nacimiento de Jesús.

El vino para curar a los enfermos, hacer caminar a los paralíticos, hacer ver a los ciegos. Empecemos por darnos cuenta que no estamos sanos, que tropezamos con facilidad y que a veces no vemos las cosas como realmente son.

Navidad, nunca triste, nunca solo...cuando hay Esperanza, cuando hay Amor, cuando entendemos que no se trata de nuestra alegría, sino de la alegría que nace de saber que él nació para nosotros, que le necesitamos y que él espera que nos acerquemos a él...en el enfermo, en el pobre, en el triste, en el desnudo, en el otro. No esperemos nada, aprendamos de él que lo da todo.
Feliz Navidad.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Meditando con Santa Teresita de Lisieux

Impulsos y errores
"Pero entiendo que es muy necesario que eso me resulte doloroso, pues cuando obramos por impulso natural, es imposible que el alma a quien queremos hacer ver sus faltas entienda sus errores."
Santa Teresita de Lisieux

Las palabras que hoy nos regala Santa Teresita me recuerdan nuestra naturaleza humana tan lábil e imperfecta. La libertad del hombre es un don, un misterio, un regalo, un acto, un impulso, una fuerza. Pero sin un norte, sin una guía, sin un puerto, ese impulso puede lanzarnos a un mar tormentoso, donde se hace difícil distinguir el horizonte, donde se puede perder la perspectiva de los puntos cardinales, y donde el placer de mantener las velas desplegadas arriadas con el viento puede confundirnos y hacernos pensar que no es importante un puerto a donde llegar sino la aventura de navegar por navegar. Disfrutamos tanto de conquistar y controlar el viento que nos olvidamos que nuestra nave debe tener un destino. Es entonces cuando el alma no es consciente de sus faltas y se cometen errores, al seguir un "impulso natural".
Pero hay una pregunta previa. ¿A qué puerto debo ir? Si ello no esta claro entonces es aun más fácil equivocarse. Tal vez la pregunta debiera ser ¿A donde debo llevar a mi alma?.
Humanamente podemos encontrar mil respuestas y justificaciones para cada una de ellas. Bajo el disfraz de "navegar hacia mi felicidad" (el impulso básico dentro de cada corazón) es fácil cometer errores. El impulso natural es la búsqueda de nuestra felicidad y ello es lo deseable en todo ser humano, pero el problema está en a qué le llamamos felicidad. La diferencia entre sentirse feliz y ser feliz puede confundirnos. La linea es a veces delgada, y nuestras necesidades humanas no resueltas a veces son la razón para que los impulsos nos lleven por rumbos diferentes a los que inicialmente nos planteamos.
Quizás se trata de ser realmente humildes y entender que no somos nada y que el sentido de nuestra felicidad se encuentra en el encuentro con el Verdadero Amor, con Dios.
Pero aceptar esto puede ir contra nuestros "impulsos naturales"...y allí viene también el dolor. Dolor nacido de esa lucha entre lo que queremos y lo que debemos, entre lo que deseamos y lo que Dios desea para nosotros, entre lo que pensamos que es lo mejor para nosotros y lo que Dios sabe y quiere para nosotros. Pero el dolor más grande es el de saber que podemos equivocarnos y hacer daño a quienes más amamos. Como decía San Pablo: "No hago el bien que quiero sino el mal que no quiero"(Rom 7,19). Nuestra libertad define al final el rumbo de las cosas, aunque la Providencia abre siempre puertas por donde podamos enrumbar hacia buen puerto.
Todo sucede por algo. No hay nada oculto para Dios y nada que escape a su Providencia. Y Él, a pesar de todas las faltas y errores que podamos cometer nos ama, nos perdona y quiere siempre nuestra felicidad, la cual a fin de cuentas depende de nosotros, de saber enfrentar nuestras circunstancias, de saber decidir, de saber arriesgar, de saber perdonar, de aprender a amar, de no abandonar a quienes confían en nosotros.
Solo a partir de la dimensión del dolor es posible empezar a comprender y entender. Mientras no hayamos enfrentado esa realidad en nuestras vidas, no podremos ser realmente felices. La Resurrección nace de la Cruz, y esa es una realidad que si bien escuchamos y "creemos", muchas veces no estamos dispuestos a vivir. No lo entendemos, pero "es muy necesario" hacerlo, así aprenderemos a hacer que el alma entienda sus errores. Entonces aprenderemos a amar aun más la travesía, a pesar de tormentas y tempestades, pues si abrimos el corazón los frutos siempre vendrán para quienes amamos, nuestros seres queridos y nuestros amigos de verdad.
Que nuestros impulsos vayan en sintonía con lo que nuestra alma en el fondo desea, encontrar nuestra felicidad en descubrir cual es la Voluntad de Dios.
No es fácil, pues ello es en si la travesía, la cual durara durante toda nuestra vida en esta tierra.

lunes, 24 de octubre de 2011

Medico Curate a ti Mismo

Paciencia
En nuestro trabajo como médicos, si bien podemos poner la mejor ciencia y querer tener los mejores resultados para nuestros pacientes, debemos entender que hay cosas que no dependen de nosotros.
No es fácil, además de que la ciencia médica parece a veces endiosarse con todos los adelantos científicos y hay quienes creen que todo se puede solucionar. La muerte es la única certeza y por lo tanto es la realidad ineludible a la que todo ser humano llega. No solo es la muerte, a veces también los resultados pueden no ser los deseados y no por un error en el acto médico. Cada cuerpo humano es diferente y hay reacciones que a veces salen de lo esperado simplemente por una cuestión totalmente impredecible. Casualidad, azar, predisposición genética, le podemos poner muchos nombres, pero la realidad es que hay cosas que no podemos controlar.
Lo mismo sucede en nuestra vidas. A veces ponemos nuestro mejor esfuerzo, nuestra dedicación, nuestro tiempo y la vida nos tiene preparadas situaciones inesperadas, difíciles o a veces simplemente diferentes a lo que esperábamos.
Es allí donde debemos ser pacientes, debemos ser fuertes, debemos pensar que lo importante es saber que hicimos y pusimos lo mejor de nosotros. Los frutos no dependen a veces de uno. La mejor cosecha puede ser malograda por una tormenta intempestiva.
Pero la esperanza debe enseñarnos, que al final todo tiene un sentido a los ojos de Dios.
La paciencia es una virtud, que nace de entender que hay cosas que no dependen de nosotros.
En nuestro trabajo como médicos, y en nuestras vidas, aprendamos a ser pacientes, que solo así podremos hacer las cosas de la mejor manera. A partir de la paciencia pueden nacer otras virtudes, pero debe nutrirse siempre del Amor. Sin amor es imposible cultivar la paciencia.
Nuestros pacientes se beneficiaran si nosotros aprendemos a cultivar la virtud de la paciencia.

lunes, 17 de octubre de 2011

Para la Familia

Compartiendo algo especial
Un especial regalo que el Señor me ha dado es que el día de mi cumpleaños coincide con la festividad de la Virgen del Pilar y todos los años, voy a misa ese día a dar gracias por el año que termina y ofrecer el año que empieza. Este año al igual que los últimos años, mis hijos han estado de vacaciones y Roxana, mi esposa se tomó la tarde libre para acompañarnos en la misa.
El sacerdote leyó las lecturas que corresponden a la festividad de la Virgen, y la lectura fue muy especial, sobre todo por lo que he vivido ese día y en los días siguientes.
"Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan" (Lucas 11,28) son las palabras de Jesús en respuesta al elogio que hace una mujer sobre su madre. No basta escuchar la palabra de Jesús en los Evangelios, hay que guardarla.
¿Y qué es guardarla? Implica interiorizarla, pero llevarla dentro no es suficiente. Como nos dice Jesús en otro momento a través de San Lucas cuando le preguntan sobre su familia, él deja muy claro que su familia "son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen" (Lucas 8,21).
Si se puede resumir toda la palabra de Dios en una frase, esto es como Jesús mismo dice: "Lo que yo les mando es que se amen los unos unos a los otros" (Juan 15,17).
Cumplir la palabra de Dios entonces no es es otra cosa que vivir el Amor. Y es allí donde la familia debe convertirse en ese núcleo, ese centro donde se intenta comprender este mensaje, donde se intenta guardar este mensaje para poder hacerlo vida. Y son los frutos y la paz y la alegría que nacen de ello los que nos deben servir como señales de que vamos por buen camino.
Dificultades nunca faltan en una familia, momentos difíciles que no son otra cosa que oportunidades para que el amor crezca, para que la unión se fortalezca, para comprender que no estamos solos y que siempre hay gente que nos ama cerca a nosotros.
Y es allí donde la dimensión de lo que es la familia puede trascender lo carnal. En nuestras vidas aparecerá gente que reflejará ese amor de Dios y nos hará entender cuan afortunados somos. Entonces uno comprende que a los ojos de Dios somos una gran familia, donde es el amor lo que marca la diferencia. No ese mal llamado amor que es posesivo y egoísta, sino ese amor que permanece a pesar del tiempo y la distancia, que lo da todo sin esperar nada, que en su aparente sencillez (una palabra, un escuchar, un abrazo, una sonrisa, una oración) esconde el amor infinito de Dios.
No es fácil descubrirlo, pero si abrimos nuestro corazón nos daremos cuenta que está a nuestro lado y que es real. Entendamos que Él es la vid a partir de la cual aprenderemos a dar frutos. Se trata de dar "fruto abundante", nacido del Amor, de nuestra relación con Dios.
En los días alrededor de mi cumpleaños he recibido "regalos" especiales. Regalos que no se ven, pero se sienten, regalos que no son otra cosa sino señales de que tengo una gran y maravillosa familia. No solo mi familia carnal, sino mis amigos. Amigos de hoy, de ayer y de siempre que han sabido ser un reflejo de cuánto Dios me ama. Amigos que comparten cosas especiales conmigo y que sin palabras me dicen que tengo una familia espiritual maravillosa, donde las diferencias me hacen comprender que la luz aunque se vea blanca, no es otra cosa que un conjunto de colores, que me hacen entender que las más hermosa sinfonía es precisamente un conjunto de notas que suenan en armonía, que me hacen ver que más allá de las dificultades el Señor siempre está presente. En las palabras de un padre, el abrazo de una madre, el beso de una esposa, una mano amiga, la sonrisa de mis hijos, una mirada que refleja el amor de Dios, y en el silencio... que es cuando Dios también nos habla.
Familia es donde está el amor, ese amor que nos transforma para dar frutos, para ser amigos de Jesús.



lunes, 10 de octubre de 2011

Experiencias y Espiritualidad


Homenaje a un Maestro
Comparto con ustedes algo que lei en homenaje a uno de mis grandes maestros de mi vida escolar. Fui invitado al colegio a compartir mi experiencia como su alumno hace más de 33 años.

Durante nuestras vidas conocemos mucha gente. Gente que nos dará alegrías (y pienso en mis padres, mi esposa, mis hijos y mis mejores amigos). Gente que nos dará tristezas o incluso nos podrá hacer daño físicamente, con sus actos de maldad o indiferencia. Gente que nos divertirá, con su humor y sus ocurrencias. Y personas especiales que no solo nos enseñarán muchas cosas en cuanto a conocimiento, sino también en cuanto a sus experiencias, en cuanto a abrir nuestras mentes, a prepararnos para el futuro. A entender la diferencia entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, la mentira y la verdad. Alfredo es una de esas personas, quien no solo para mí, sino para muchísimos ex alumnos y alumnos de nuestro colegio, ha sabido ser un maestro especial, enseñando con humor y alegría, abriéndonos los ojos, animándonos a estudiar y aprender, descubriéndonos que hay cosas en las que debemos mantener un espíritu de niño. Poniendo siempre lo mejor de si mismo.

He escogido 3 breves anécdotas para ilustrar algunas de las cosas que Alfredo me enseñó.

La primera fue que me enseñó a creer en mis sueños. Yo en tercero de media no estaba seguro si estudiar literatura y ser un escritor, o estudiar lo que siempre había soñado desde niño: ser médico. Tuve la suerte de tener a Alfredo como profesor de Literatura desde 1 a 5 de secundaria y en cierto modo gracias a él entendí que podía ser las dos cosas si me lo proponía. En todas mis composiciones literarias Alfredo me hacía notar que si bien podía optar por la medicina (porque mis asignaciones parecían un cuadro de Sarampión por todas las tildes que no ponía y él las encerraba en círculos rojos), tenía también vocación para escritor pues al calificar la parte de creatividad solía ponerme 18 o 20 lo cual al ser promediado con mi 11 en caligrafía daba una buena nota. Es más, en mis tres últimos libros, tuve el honor de que mis obras sean leídas y comentadas por mi maestro y amigo antes de su publicación. En conclusión, si soy médico y escritor de literatura, Alfredo puso su parte en que mis sueños de adolescente se hagan realidad.

La segunda anécdota tiene que ver con el crear hábito de estudio. Lo cual es fundamental para salir adelante en la vida. Si no se acostumbran desde ahora a estudiar, después va a ser mas difícil y en el mundo en el que vivimos todo es tan competitivo que sin una buena formación académica la vida sin duda es más dura. Cuando estaba en 4 de media, además de Literatura, Alfredo nos enseñaba Psicología. Yo era de los estudiosos de la clase (éramos solo hombres en 1979) pero en mi primer examen de Psicología tuve el primer jalado de toda mi vida. No se imaginan como me sentí, pero después de conversar con Alfredo me hizo entender que había estudiado mal y entendí cual había sido mi error. En todos los siguientes exámenes me saqué 20. Alfredo me enseñó a no desanimarme por una experiencia adversa y a intentarlo de nuevo con una mejor táctica y estrategia. Y eso lo he aplicado después a lo largo de mi vida.

La tercera y ultima anécdota la viví el año pasado, cuando organicé con Alfredo nuestra clase del recuerdo por los 30 años de haber salido del colegio. Fuimos 31 ex alumnos que dejamos nuestras obligaciones laborales para reunirnos con nuestro querido maestro. Y esa clase fue extraordinaria, algo que quedará grabado en nuestros corazones para siempre. No solo nos sentimos un poco niños otra vez, con miedo a salir a la pizarra a escribir frases de ortografía difícil, o leyendo en voz alta con los nervios de alguien que recién entra a la adolescencia, sino que nos dio la oportunidad para que abramos nuestro corazón. Eso no se logra así nomás. Y es que la educación no es un fin en si misma, es un medio, para comprendernos mejor, para comprender mejor a los demás, para comprender mejor a la sociedad y el mundo que nos rodea. El fin es la felicidad. El gran problema que se vive en nuestros tiempos es la terrible confusión entre lo que es sentirse feliz y lo que es ser feliz, entre lo que es hacer lo que quiero y hacer lo que debo. Se trata de aprender a querer lo que debemos.

Alfredo nos hizo hablar a cada uno sobre nuestras vidas y cada uno fue compartiendo sus alegrías y algunos también sus penas. Abrimos nuestros corazones para darnos cuenta que nos unía algo especial, el haber compartido en alguna etapa de nuestras vidas, nuestros sueños y lo que era importante para cada uno. Al final descubrí una cosa, que en el fondo seguíamos siendo un poco niños.

Es muy triste como algunos niños al ir creciendo aprenden a mentir, aprenden a hacer daño por diversión, aprenden a olvidarse de las cosas importantes porque lo urgente o el placer es lo que cuenta. Pero en nuestro caso se vivió la sinceridad, la alegría y la ternura de un niño…cosas que nunca debemos perder, pero con la madurez y la experiencia que dan los años y con la sabiduría de aprender de lo que es correcto, respetando a los demás.

Quiero también comentar sobre algo que es muy propio de Alfredo. Su alegría y su sonrisa, su sentido del humor. Algo que he aprendido en la vida es como parte del secreto de la felicidad se esconde en dos cosas que nunca deben faltar en nuestras vidas: El Amor y el humor. Poner amor en las cosas que hacemos y con humor enfrentarnos a las dificultades convirtiéndolas en oportunidades.

Alfredo también es de esas personas que estimuló en sus alumnos el amor a la lectura. Cuantos libros que nos hizo leer para que veamos más allá de la historia y descubrir que en cada novela y cada cuento se refleja un poco de la vida de cada uno de nosotros.

Finalmente quiero acabar diciendo que aparte de médico y escritor, yo también soy profesor e intento siempre ser un buen maestro…y es que sigo los buenos ejemplos. Alfredo, muchas gracias por todo lo que has compartido con los que hemos tenido la suerte de ser tus alumnos. Sin duda supiste marcar la diferencia y sembrar no solo en nuestras mentes, sino también en nuestros corazones. Te estaremos siempre agradecidos. Y ustedes alumnos que me escuchan, sigan los buenos ejemplos, aprendan a contagiar al resto las cosas buenas, las que nacen del Amor. Alfredo siempre ha puesto corazón a lo que hace, lo cual lo endulzaba con su magnífico humor…pero siempre que nos portásemos bien. Porque si algo no deben querer es ver es a Alfredo molesto. Así que nada de malos comportamientos. La verdad al final siempre se sabe.

Tengo la esperanza que ahora que Alfredo decide dejarnos como director, quienes lo sigan continuarán con su espíritu, luchando por hacer de este colegio un gran colegio, donde todos los que estudien acá sean siempre personas buenas en todo el sentido de la palabra, no solo académicamente sino de corazón y acción, donde prime el respeto y tolerancia por todos los que nos rodean. Y de donde salgan los futuros lideres que nuestro país tanto necesita.

Muchas Gracias Alfredo.


Palabras de Vida

“Hecho absolutamente a todo”

“Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener sobra como a no tener nada. Yo lo puedo todo en aquel que me conforta.”

Filip 4, 12-13.

La cita que he escogido hoy para la reflexión de esta entrada es de la lectura de San Pablo a lo Filipenses leída este domingo.

Pablo fue como nosotros, una persona con sueños, con momentos extraordinarios y momentos muy difíciles en su vida. Como diría alguien, estuvo hecho del mismo barro que nosotros. Pero hubo una gran diferencia entre él y nosotros. Fuera del tiempo que le tocó vivir, él supo escuchar en su corazón el llamado que Dios le hizo. No solo lo escuchó, sino que tomó real conciencia de lo que ello representaba en su vida. Y desde que aceptó, nunca más estuvo solo.

Pienso que por miedo, por soberbia, o por ignorancia, nos gusta estar solos. Es más, muchas veces llenamos esa soledad de otras soledades, pensando que estamos así acompañados. Dos soledades juntas que no comparten lo esencial al final siguen siendo soledades. Odiamos la soledad pero a la vez no aceptamos la compañía de Aquel que como creyentes nos va a transformar, nos va a permitir aprender a vivir donde la vida nos ponga, no importa donde, no importa cuando, no importa como, pero todo se puede en “aquel que me conforta”. Y es a partir de esa relación que todas nuestras demás relaciones tomarán una nueva dimensión, en comunión, compartiendo, saliendo de nosotros mismos para encontrarnos con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza y volver a los brazos de Dios.

El miedo al compromiso es uno de nuestros enemigos, pues comprometerse implica dejar nuestra comodidad, dejar nuestros planes, dejar nuestra seguridad y confiar en Jesús.

La soberbia es otro de nuestros enemigos, creer que lo sabemos todo, que somos infalibles, que no necesitamos ayuda. La humildad abre las puertas a Jesús.

La ignorancia es otro enemigo poderoso. El que no conoce no sabe a donde ir, no sabe donde buscar, no sabe que su vida tiene una razón y un sentido trascendente.

Como creyentes debemos aprender a ver las señales que el Señor pone en nuestras vidas. San Pablo cayó del caballo camino a Damasco y allí tomó conciencia de que el Señor le hablaba…y su vida se transformó. Para todos hay situaciones en las que el Señor nos habla, nos invita. San Pablo lo perseguía, ahora curiosamente ocurre todo lo contrario, le huimos. Tenemos miedo a ser buenos, tenemos miedo a Amar de verdad. Eso compromete y exige a dejar muchas cosas.

En la lectura de hoy pensemos que la felicidad (aquello que el corazón de todo ser humano ansía) está en aprender a vivir con los que nos toca, “en las privaciones como en la abundancia” y eso se logra a partir de una relación cercana con Jesús, en sentirlo como amigo, como alguien que nos lo da todo, alguien que nos conforta.

No es fácil, es un trabajo personal de todos los días, de conversar con él en la oración, de escucharle en los evangelios, de recibirlo en los Sacramentos. Es un caminar juntos con Jesús a pesar de nuestros miedos, dejando a un lado nuestra soberbia y aprendiendo de su sabiduría. Así estaremos hechos absolutamente a todo.

lunes, 3 de octubre de 2011

Atardeceres

Fortaleza, desapego y Amor

El amor de una familia, cuando ha sido cultivado es algo que me enternece. Lo veo siempre en mi trabajo como médico, cuando alguien está enfermo es especial el cariño y la ternura con la que los familiares cuidan a sus seres queridos.

Y cuando el enfermo está grave entonces es más duro para la familia, pues la solo posibilidad de perder a su ser querido a veces los afecta de una manera que nos cuesta entender. Los médicos muchas veces no nos damos cuenta que en su angustia, en su desesperación por no perder a quien aman, los familiares pueden parecernos alejados de la realidad en sus actitudes. A veces esto nos confunde cuando debiéramos enternecernos. Nuestro trabajo a veces nos endurece el corazón.

El misterio de la vida implica también el comprender que no somos eternos, y en esa incertidumbre en la que vivimos debemos aceptar siempre la posibilidad de que todo puede acabar en un instante, para nosotros, para quienes amamos. Es difícil comprenderlo, pero la incertidumbre es tan real como el hecho de que mañana saldrá el sol.

Uno debe intentar vivir sin la angustia de la incertidumbre, con la certeza de que la felicidad va mas allá de lo que las circunstancias nos pongan delante. Una enfermedad puede afectarme, puede dolerme, puede hacerme sufrir, pero mientras tenga la capacidad de decidir, entonces una enfermedad puede convertirse en una oportunidad para descubrir cosas sobre mi mismo y sobre quienes me rodean. Todo ello bien entendido es una oportunidad para enriquecer el alma. Es difícil pero no imposible, especialmente cuando hay Amor, Fe y Esperanza.

Alguien me dirá, ¿Y qué pasa cuando una enfermedad te quita la capacidad de decidir por ti mismo? Cuando te haces totalmente dependiente, incapaz de conectarte con los demás. Entonces para quienes acompañan al enfermo es más dificil comprenderlo. Aparecen más preguntas, dudas, angustias y la incertidumbre puede convertirse en un monstruo terrible que puede interferir con el cuidado del paciente.

Es cierto, es mucho mas difícil una situación asi, y en ocasiones la Fe y la Esperanza pueden flaquear. Es entonces cuando es esencial cambiar la perspectiva y encontrar fuerzas en el Amor. Ese amor debe hacernos comprender que somos los que vivimos alrededor del paciente quienes debemos de entender que mas allá de nuestros sentimientos debemos hacernos preguntas no solo sobre el enfermo a quien amamos o cuidamos, sino también sobre nosotros mismos.

Sobre nuestra fortaleza, nuestros apegos, nuestros miedos, sobre lo que nunca hemos dicho y nos hubiese gustado decir, sobre nuestras muestras de amor y gratitud hacia quien yace enfermo, sobre lo compartido y sobre lo que nunca se podrá compartir.

La fortaleza no solo debe estar para poder ayudar al enfermo, sino para que nosotros seamos fuertes ante lo que la vida nos ponga adelante, aceptando aquello que no depende de nosotros, pero siendo fuertes para cambiar lo que está en nuestras manos. Ser fuertes para lo que venga, aunque nos parezca injusto, doloroso o incierto. Ser fuertes para el futuro y para los que se queden a nuestro lado.

Desapego; nada es mio, todo es prestado. Por más grande que sea mi cariño hacia la persona amada debemos entender que no la poseemos. Nuestros hijos son “hijos de la vida” como decía Gibran en “El Profeta”. Nuestros seres amados no son nuestros, son prestados para que aprendamos a amar. Y en el camino del amor debemos entender que el verdadero Amor no posee nada, todo lo espera, todo lo soporta.

Nuestros miedos son una falta de amor. En el Amor “no hay lugar para el temor, al contrario, el amor perfecto elimina el temor” (I Juan 4,18). El sentir miedo debe ser una señal para abrir más nuestros corazones a la Fe y a la Esperanza, para aprender a Amar de verdad. Y entonces es posible entender un poco más las cosas cuando estas no son como nosotros esperamos.

Aun cuando parezca que nuestros seres queridos ya no nos escuchan, nunca dejemos pasar la oportunidad para hablarles con ternura y amor, recordando momentos especiales, pidiendo perdón por nuestras faltas, dando las gracias por los momentos compartidos y hablando de la Esperanza, entendiendo que la enfermedad es una oportunidad para aumentar nuestra capacidad de amar, y que la muerte es tan solo la puerta hacia la eternidad.

Finalmente algo que siempre debemos ver en el enfermo es el regalo que Dios nos hace al hacerse cuerpo en él. “Estuve enfermo…y me visitaste”. En cada enfermo que visitamos, que acompañamos, está escondido Jesús. Sea como familiares, sea como personal de salud, algo que debemos recordar siempre es que en cada enfermo está también Jesús. La enfermedad debe ser para los creyentes una oportunidad para poder encontrar a Jesús. Se trata de ser fuertes, desapegados y de comprender el Amor verdadero, el Amor que viene de Dios. Entonces si llega el momento del adiós, uno entiende que sólo es un "hasta luego".

Sobre el contenido de las entradas

Este Blog cuenta con 8 areas de contenidos. No pretendo que lo lean todo, pero siendo un regalo, espero que lo compartan con quien lo necesite.
Entradas: Se publicará siempre que sea posible cada dos semanas
Atardeceres: Reflexiones dedicadas a mis pacientes y a toda persona que pasa por momentos difíciles. Basadas en lo que aprendo cada día de trabajo. Los colores del atardecer me recuerdan siempre que tras la noche viene siempre un nuevo día.
Experiencias y Espiritualidad: Reflexiones sobre como en la vida diaria Dios nos habla de mil y un maneras.
Para mis hijos: Breves lineas dirigidas a mis hijos y a todos los que quieren aprender.
Palabras de Vida: Reflexiones breves sobre una cita de la Biblia que me ha tocado de manera especial.
En forma alterna con:
Médico cúrate a ti mismo: Reflexiones y comentarios sobre la medicina y los médicos, tratando de humanizar la relación médico paciente, haciendo énfasis en los aspectos espirituales. Dirigida a estudiantes de medicina, médicos y otros profesionales de la salud, asi como quienes se interesen por los temas relacionados.
Para la Familia: Reflexiones sobre temas y situaciones por las que pasa toda familia.
Hojas Especiales: Comentarios e ideas sobre mis libros favoritos. Actualmente comentando "El Principito".
Meditando con Santa Teresa de Lisieux: La culpable de toda esta locura de compartir lo que uno escribe. Hace 3 años empezamos compartiendo estos mensajes con amigos cercanos y pacientes. Ahora forman parte del Blog. Citas tomadas de "Historia de un alma", la autobiografía de Santa Teresita (versión en ingles que nos regalo una gran amiga).

Un muy fuerte abrazo, con mis oraciones,

Luis Manuel

Algunos libros que recomiendo para médicos y estudiantes de Medicina

  • "A Balm for Gilead: Meditations on Spirituality and the Healing Arts " por Daniel Sulmasy
  • "Aequanimitas" por William Osler
  • "Ciudad de la Alegría" por Dominique Lapierre
  • "How Doctors Think" por Jerome Groopman
  • "La Ciudadela" por A.J. Cronin
  • "Medico de Cuerpos y Almas" por Taylor Caldwell
  • "Mountains Beyond Mountains: The Quest of Dr. Paul Farmer, a Man Who Would Cure the World" porTracy Kidder
  • "Más grandes que el Amor" por Dominique Lapierre
  • "Only 10 Seconds to Care: Help and Hope for Busy Clinicians" por Wendy Schlessel Harpham
  • "Osler's Bedside Library: Great Writers Who Inspired a Great Physician" por Audrey Shafer
  • "Osler: Inspirations from a Great Physician" por Charles S. Bryan
  • "The Healer's Calling: A Spirituality for Physicians and Other Health Care Professionals" por Daniel Sulmasy
  • "The Last Half Hour of the Day: An Anthology of Stories and Essays That Have Inspired Physicians " por Christine Laine
  • "The Nature of Suffering and the Goals of Medicine" por Eric Cassell
  • "William Osler: A Life in Medicine" por Michael Bliss

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