Aprendiendo, Ayudando...Amando
-¿Cómo estás?-me preguntó alguién cuando nos encontramos en el ascensor.
Casi mecanicamente contesté lo que es en parte cierto..."como siempre, bastante ocupado".
Sali del ascensor y me sentí mal conmigo mismo.
Es cierto paro con mil y un cosas, el trabajo, la universidad, cosas pendientes, a veces no todo el tiempo que quisiera para estar con la familia...pero de pronto me dí cuenta que si bien no hago todo lo que quisiera, hago muchas cosas que otros ya quisieran poder hacer.
El día anterior estuve toda la mañana con mis alumnos de la universidad y valgan verdades no solo compartí sobre mi ciencia sino que también compartí otras cosas importantes que no están en los libros. Luego acompañe a mi hijo de 11 años en el colegio para poder pintar con él...¿Pintar? Sí, pintar con él, había una actividad para compartir con los hijos y nos organizamos con mi esposa para poder estar alli. Luego salí del colegio con su hermano de 10 años y conversamos de cosas muy personales para él, sus planes para el futuro...cosas maravillosas que algún día compartiré.
Creo que si estoy a veces bastante ocupado...pero siempre tengo tiempo para decir que estoy ocupado y no me doy real cuenta de todos los instantes que la Providencia me regala a pesar de lo intenso que pueden ser a veces mis días.
Me falta abrir más mi corazón para ver que todo tiene un sentido, para escuchar mejor al Espíritu, para aprender de la Sabiduría de Dios que se esconde incluso en las cosas más simples, para ayudar, para amar de verdad.
Este domingo que sale el Blog (escribo esto el viernes) se inicia el Adviento. Y en las cuatro semanas que vienen pretendo cada semana escribir una reflexión especial sobre como prepararnos para la Navidad.
Se acerca la Navidad, fecha especial en la que celebramos el nacimiento de Jesús. Días donde a veces la fiesta y alegría de lo que se celebra no nos permiten recordar la lección de humildad más grande que puede haber existido. Dios en su Infinito Amor se hace hombre para enseñarnos a Amar. Y nace en un lugar muy humilde, "en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue" (Lucas 2,7). La pregunta que yo haría sería "¿hay lugar en nuestro corazón para recibir a Jesús?". Debe ser un espacio muy pequeño pues si realmente lo recibiesemos en todo nuestro corazón nuestro mundo sería distinto. Mucha gente hace "obras buenas" contagiado del Espíritu de la Navidad. Pero unos pocos días no basta. Debiera ser siempre. Que a manera de preparación para el Adviento hagamos espacio para recibir a Jesús, que aprendamos a preparar nuestro "albergue", nuestro corazón, aprendamos a escuchar al Espíritu Santo que nos habla a cada instante.
De pronto me siento muy agradecido hacía esta persona con quien me encontré en el elevador. Su pregunta me abrió los ojos, y quisiera pedirle disculpas por lo que respondí. Aprender de situaciones aparentemente tan banales como un cambio de palabras en un ascensor ha sido una gran lección...y es que en realidad la Sabiduría de Dios está siempre presente si sabemos abrir nuestro corazón. Aprendamos a descubrir que cada cosa que nos pasa, cada encuentro, cada sonido tienen un sentido.
Voy a cambiar la respuesta. Si me preguntan ¿Cómo estoy? trataré de responder "Aprendiendo y Ayudando...". Creo que eso es lo que debo hacer, descubriendo que hay mucho que aprender, intentando ayudar a quienes se crucen en mi camino, y aprendiendo a llenar todos mis actos del Amor de Dios.
Pero no bastan la buenas intenciones, para realmente aprender de la Sabiduría y ayudar de corazón debemos llenarnos del Espíritu de Dios. Entonces incluso podremos responder mejor a la pregunta, para poder contestar algún día "Amando como Jesús me ama". Ahora es algo que intento hacer, pero aun hay mucho que aprender.
Los Santos aprendieron a vaciarse de si mismos para llenarse del Amor de Dios y amaron a los demás como Dios los amó, aprendieron, ayudaron y Amaron. La invitación es para todos, y que este Adviento que empieza sea una oportunidad para acercarnos más a Jesús, para que nuestro corazón se convierta en un verdadero pesebre. Para aprender a Amar y compartir con los demás lo que Dios nos da.
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