Escuela de AmorMuchas veces es necesario volver a las raíces y recordar lo que el tiempo ha ido borrando. Los seres humanos acomodamos las cosas a nuestra conveniencia y en los últimos años nuestra sociedad tiende a relativizarlo todo. Lo políticamente correcto busca no ofender a nadie y el gran error está en no llamar a las cosas por su nombre. El que los seres humanos no sepamos cuidar una flor no significa que está no pueda florecer y dar mucho fruto. Y el que le llamemos flor a algo porque tiene colores y puede ser "bella" para algunos no significa que se trate de una verdadera flor. A lo mejor necesitamos crear nuevas palabras para definir mejor las cosas.
Una verdadera familia nace de un encuentro, de dos voluntades que deciden unirse para caminar y crecer juntos para que ese amor de fruto; sea en los hijos, sea en compartir los dones recibidos con quienes la Providencia nos ponga delante. Ese encuentro debe basarse en el Amor. Y ese es el reto de los padres, el comprender que ese amor debe ser transmitido a los hijos y a quienes nos rodean. Es más que un sentimiento, es una fuerza que mueve a dar lo mejor de nosotros mismos, a compartir, a sembrar para dar fruto.
Cada familia es como un árbol que debe florecer. Y así como el agua y los nutrientes son necesarios para que un árbol crezca, una familia necesita del Amor para florecer. El amor que exista entre los cónyuges y el amor que se transmita a los hijos. Lo triste es que hace más estruendo un árbol que cae que los que están de pie y por eso muchos ya no creen en el valor de la familia. Tantos divorcios y problemas familiares que se ven en nuestra sociedad nos hacen creer que la familia es algo anacrónico, pasado de moda, sin sentido.
La familia debe ser la primera escuela del Amor, pero eso debe nacer de una relación estrecha con el Señor.
Hoy conversamos con mis hijos sobre el sexo y como algo que es un medio para la procreación y para la unión física entre los esposos se ha convertido en algo que ha perdido su esencia. Para muchos el sexo es un medio para lograr placer o para llenar el vacío que nace de una falta de amor. Se le llama amor a cualquier cosa y se relativiza algo que en su real dimensión es muy especial. Desde muy niños les hemos enseñado a nuestros hijos que lo más importante y lo que le falta al mundo es Amor. Y que es Jesús quien nos enseña a amar pues él es Amor. Les hablamos hoy de como el sexo sin amor es algo muy común en nuestros tiempos y como algo que puede ser muy especial y hermoso entre una pareja de esposos, se convierte para muchos en una búsqueda de placer vacía de amor. Aun no empiezan la adolescencia, pero les hemos dicho que en la adolescencia es posible que cuestionen muchas de las cosas que hemos compartido con ellos, que la presión del grupo es tremenda y que la mayoría de adolescentes se dejan llevar por lo que dicen los demás. Pero creo que hemos sembrado en ellos la idea que todo ser humano desea ser feliz y que la verdadera felicidad no está en lo material, en lo circunstancial, en lo que entra por los ojos, sino en lo que permanece, en lo que los ojos no pueden ver pero si el corazón, en el Amor, aquel que se ve en los frutos que van más allá de nosotros.
La familia debe ser una escuela de Amor, una escuela donde dejemos que Jesús sea el maestro y los padres seamos los facilitadores y el ejemplo para nuestros hijos. Siendo fieles a la Verdad, sin relativizar las cosas. Somos humanos, podemos equivocarnos a veces, pero si está Él, al final habrán muchos frutos de aquellos que valen la pena.
1 comentario:
Gracias por lo que escribes.
Siempre me he opuesto a que al sexo le digan “hacer el amor” lo escriben connotados escritores, lingüistas, psicólogos, etc.
Hay un asunto de conciencia y de sensibilidad que se nos escapa y no llamamos correctamente a nuestras acciones.
Como bien dices: A lo mejor necesitamos crear nuevas palabras para definir mejor las cosas.
CS
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