Más allá del tiempo y la distancia
Esta foto es de mi amigo Eduardo (Lalo) hace 28 años. Fue en Diciembre, si no me equivoco el 22 de Diciembre de 1982, en la presentación de una obra de teatro que hicimos.
El hacía el personaje de Jesús. La obra se llamaba "El Mejor Regalo" y después de muchas reuniones y ensayos la presentamos en el Auditorio del Colegio Sophianum por 2 días. Ese año nos conocimos y fue a través de esa obra que creció nuestra amistad.
Compartimos durante esos meses muchas cosas especiales, nuestra fe, nuestros sueños, el gusto por la música, y ese deseo de encontrar nuestro camino para vivir nuestros ideales.
Momentos de alegrías, a veces de compartir esas pequeñas dudas que son parte de la juventud, y unas pocas lágrimas de esas que abonan el alma para tiempos mejores.
Ese año (1982) y el verano del 83 fue una época de mi vida en la que disfrute de cerca su amistad, compartiendo momentos de sano descanso (cuantos paseos a la playa) y conversando sobre lo que era importante para cada uno de los dos. Me sentía un poco como el aviador que ha encontrado al Principito. En su espíritu de niño, y su sensibilidad me enseñó muchas cosas. Y eso lo guardé siempre como un tesoro, pues a pesar de que por mis estudios nos distanciamos un poco (en abril del 83 empecé con cursos muy intensos en la Facultad de Medicina), siempre que nos veíamos había esa sensación especial de haber compartido cosas importantes. A pesar de la distancia física y del poco tiempo que pudimos compartir después había una especie de comunión espiritual, su mirada era la misma de aquellos años de juventud.
Lalo sabía escuchar, sabía animar, sabía como hacerte creer en tus sueños, y los 19 años eso es algo que es importante en un amigo. Recuerdo como yo le leía mis poemas juveniles, mis primeros cuentos. A él fue a quien le conté por primera vez mi cuento "La Noche que el sol sonrió". Soñaba con publicarlo algún día..."claro que lo harás" me dijo...y no se equivocó aunque esto haya ocurrido más de 20 años después.
Este verano tuve la suerte de invitarlo a pasar un día en la playa con su familia y la mía. La pasamos muy bien, recordando, compartiendo, pensando en el futuro. Estuvo con Ursula, su esposa y tres de sus hijos. Caminamos ambos un rato a la orilla del mar, como lo hicimos hace 27 años y yo sentía esa familiaridad que te da una amistad de verdad a pesar de la distancia y el tiempo que pudimos no haber estado físicamente cerca. Hicimos planes para que la experiencia se repita en el futuro.
En ningún momento pude imaginar que todo cambiaría en unos meses.
"Cuando uno se deja domesticar, se expone a llorar un poco", le dijo el zorro al Principito.
Me siento un poco así, conmovido y turbado como me sentí en abril y lo comenté entonces en una entrada del Blog. Pero esta vez es más especial.
Lalo ha partido, no hubo tiempo de despedirnos con palabras, fue un cuadro súbito, de esos que te cambian la vida en un instante, de esos que te alteran todo. La muerte es como un ladrón, llega a veces sin avisar. En un momento pensé ¿Por qué?...pero luego empecé a descubrir el ¿Para qué? Dios que es Amor, conoce cosas que nosotros no entendemos, y en su infinita sabiduría dejó que su Providencia llamase a Lalo a su encuentro.
El estaba preparado, estaba en paz con Dios y consigo mismo. Las semanas anteriores no habían sido fáciles (la incertidumbre de que la salud no es tan firme como uno pienas), y ello lo había acercado aun más a Dios y a su familia.
Hoy estuve en la misa de cuerpo presente celebrada por sus amigos sacerdotes.
La Iglesia estaba llena, amigos de Lalo acompañando a su esposa, sus hijos, a sus hermanos y a su madre.
Fue muy especial y emotivo. Estoy seguro que a cada uno de los que estuvimos allí Lalo nos tocó de una manera especial. Las palabras del Padre Juan Carlos, también amigo de Lalo, fueron precisas, llenas de consuelo y esperanza. Su espíritu estará siempre con nosotros.
La madrugada de tu partida tuve un sueño: Estabas en tu cama y una doctora decía que no había más que hacer. Yo estaba en tu habitación y rezaba. De pronto abriste los ojos y volteaste hacía donde yo estaba. Me sonreíste y yo me puse a gritar ¡Milagro! para luego verte sentarte en tu cama y luego levantarte y abrazar a tu esposa. Desperté emocionado y sentí que era un aviso. Quise pensar por un instante en un milagro, que habías despertado, pero ya antes había experimentado algo similar con 3 pacientes mios el día en que partieron, en dos de ellos incluso el sueño sucedió a la misma hora en que partían. Cuando recibí la noticia en la mañana comprendí un poco más. La muerte es un Milagro a la luz de la Fe y la Esperanza, porque abre las puertas al encuentro con nuestro Señor.
Que la Esperanza nos llené del gozo de saber que Lalo ya goza de las promesas de nuestro Señor Jesús. Y que el amor de Dios nos de la certeza de que su familia estará siempre rodeada del cariño y apoyo de quienes somos sus amigos.
Gracias Lalo por tu amistad, por ese tiempo compartido en una etapa importante de mi vida, por ayudarme a creer en mi. Más allá de la distancia y del tiempo en que físicamente no estuvimos cerca, en esos meses que compartimos se sembró mucho, para que nuestro Señor coseche. Por eso gracias amigo, confío que desde el Cielo leeras mis palabras.
Como un pequeño homenaje a mi amigo, he puesto en la página del Blog (http://tunicaalba.blogspot.com/ ) un vídeo de él cantando una canción. Los invito a escucharlo.
7 comentarios:
Lalo una vez me escribio en un mail lo siguiente:"Siempre pensamos que podemos dar mas y eso esta bien porque nos habla del horizonte infinito del amor que nuestro corazón intuye, es así hermano. Sin embargo tensemos nuestro arco con la certeza de llegar al centro."
A tensar el arco guiados por la mano de Dios.
He estado revisando los ultimos mails que recibi de Lalo, todos muy especiales.
En uno que me envio en el verano, después del día que pasamos con nuestras familias en la playa me decia: "Gracias Luis Manuel por la hermandad"
LM
Sugiero leer la entrada del 28 de Febrero (Meditando con Santa Teresita de Lisieux), la de LLenar la vida de sol (capitulo XXI de El Principito publciada la semana pasada) y la de Atardeceres (Conmovido y Turbado)del mes de abril. Tocan el tema de la muerte (la primera y la última) y de la de la amistad.
Uno de los comentarios a la de Santa Teresita lo hizo Lalo, quien estaba suscrito a este Blog y me mandaba a veces mails personales muy especiales sobre las entradas.
Un amigo es un regalo del Cielo, y ahora él está allí intercediendo por su familia y todos los que lo conocimos.
Luis Manuel:
A mi me ha cuestionado mucho no solamente la muerte de Lalo, sino también cómo en las puertas de la UCI nos conocimos y hemos trabado rápidamente una amistad que yo percibo como profunda y centrada en lo fundamental.
Creo que Lalo ha tenido mucho que ver, démosle sentido a su muerte, hagamos que dé abundante fruto como el de la semilla que se siembra y muere.
Un fuerte abrazo en el recuerdo de un amigo común.
Saludos,
Alejandro
Alejandro:
La casualidad no existe, es una palabra que los hombres hemos inventado para darle nombre a lo que no entendemos. Para los creyentes la "casualidad" no es otra cosa que la Providencia Divina que se nos abre delante cada día para descubrir en cada evento la misteriosa mano de Dios. Lalo nos hizo un regalo con su amistad, y ahora la Providencia a querido que ha través de su enfermedad nos encontremos y empecemos una amistad que no dudo que nos acercará más al Señor. Dios nunca se equivoca, como me recordó otro gran amigo mio (Oliver) cuando su mujer falleció. Lo importante es aprender a descubrir el ¿Para qué? Es la lección de la semilla, que debe morir para dar fruto.
Gracias por tu mensaje.
La última vez que vi a Lalo fue en octubre del año pasado en la misa de Camacho. Estaba yo de paso por Lima de donde salí hace más de diez años. Al finalizar la misa no tuve la oportunidad de saludarlo y hoy me duele en el alma porque fue la última vez que pude hacerlo. Hoy sólo me quedan los recuerdos de las veces que la vida nos puso en el mismo camino. Gracias a la música, por cierto, y también por la fe. Pero sobre todo, gracias a ese don de Lalo, tan difícil de describir, por el que uno se sentía introducido en un mundo especial, en una cadencia dominada por la ternura, la alegría, la fortaleza y la alborada; en su arte, en última cuenta. Porque ante todo Lalo fue un artista. Y como tal, un extraño frente a los negocios de este mundo, a la astucia del que sabe enriquecerse, a la altanería de los poderosos (“He encontrado, señores, por la vereda al pobre niño que no comió, a la mamacha que lo parió y junto a ellos al gran señor, muy satisfecho porque ganó”) Un artista que reconoció la voz de la mujer que Dios eligió para él y que creó lo más bello que un hombre puede crear en este mundo: una familia. Porque todo artista es en el fondo un padre llamado a generar vida y comunión. Un padre cuyas obras de amor sólo pueden tener como respuesta nuestra gratitud y reconocimiento. Gracias, Lalo, hasta siempre.
LM
Acabo de leer tu mensaje y me quede sin palabras, sin aliento. Se puede sentir la amistad y el amor que los unia, en cada palabra que le dedicas. Comparto tu pena y dolor... a veces el llorar por nuestro dolor nos ayuda a poder comprender la situacion desde un panorama mas grande y nos lleva a una paz interior que solo puede venir de Dios.
C
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