Una visita Especial
Hace un poco más de tres semanas tuve la oportunidad de visitar un lugar especial para quienes estudian medicina. Asistí a un curso organizado por el servicio de Control de Infecciones del Hospital Johns Hopkins.
Fue una visita especial por varios motivos.
Lo primero por lo que ha sido y es dicha institución para la ciencia médica. Sin duda uno de los mejores centros hospitalarios del mundo. Creo que es especial para todo médico visitar dicho lugar, además de poder asistir a un curso y aprender cosas nuevas.
Segundo por que uno de los médicos que más admiro, Sir William Osler, hizo parte de su carrera docente en dicho hospital. El fue el primer jefe del Departamento de Medicina en Hopkins y compartió no solo su ciencia sino su visión espiritual y religiosa de la vida con sus alumnos y pacientes. Fue para mi un honor pasear por la zona antigua del hospital y pensar que Osler estuvo en ese mismo ambiente, enseñando a sus estudiantes sobre lo que es importante, sobre la ciencia de la medicina y el arte de ser médico. Tuve la suerte de poder comprarme en la librería del hospital dos de sus libros más importantes en ediciones especiales: "Aequanimitas" y "A way of Life y otros discursos". En sus escritos se refleja su amplia cultura y conocimiento, haciendo alusión a conceptos filosóficos, bíblicos, religiosos, históricos y literarios. Osler era conciente de que un médico debe tener una visión integral de la vida, donde la ciencia no debe estar alejada de la Fe. Osler escribió alguna vez: "Faith has always been an essential factor in the practice of Medicine" (La Fe ha sido siempre un factor esencial en la practica de la Medicina) [Osler W. The faith that heals. BMJ 1910; I: 1470-1472].
Otro de los libros que pude conseguir en la librería del Hospital fue uno editado por The Johns Hopkins Press titulado "Medicine and Health Care in Early Christianity". En el uno aprende como los primeros cristianos aceptaban los conceptos naturalistas sobre la enfermedad y cuidaban de los enfermos con el conocimiento médico proveniente de los griegos y los romanos. Contra la visión errada de que la enfermedad era un castigo de Dios, el autor explora y documenta como los primeros cristianos creían que el enfermo necesitaba tanto de atención médica como de compasión y caridad cristiana, sin importar sus creencias. Ese espíritu de caridad (Agape-Amor) originó la creación de los primeros hospitales.
Todo esto se comprende mejor cuando uno se encuentra en la entrada antigua del Hospital Johns Hopkins con la estatua de Cristo Resucitado. Para los médicos creyentes, es Jesús el modelo a seguir (recordemos como el médico puede ser como el Buen Samaritano) y el reto en nuestro trabajo diario es recordar que en cada enfermo se esconde nuestro Señor..."Estuve enfermo y me visitaste".
Es de ese encuentro especial con cada paciente que debemos aprender a descubrir, como los peregrinos de Emaus, a Jesús. Cada encuentro con un enfermo debe enseñarnos no solo sobre medicina sino sobre el hombre y el sentido del sufrimiento, y debe ser una oportunidad para ayudar a nuestros pacientes no solo con la mejor ciencia, sino también para enseñarles como a la luz de la Fe y la Esperanza, la incertidumbre de la enfermedad se convierte en una oportunidad para conocernos mejor y sentir el amor de verdad de quienes nos rodean.
Entonces se comprende que la muerte no es final, sino que puede ser la puerta para el encuentro con el Resucitado, para toda la eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario