Labrador
Mi padre acaba de recibir un homenaje en su Alma Mater, la Universidad Nacional Agraria, y comparto con ustedes lo que leí el día de la ceremonia.
Un hombre que ama la vida debe siempre tener sueños. Sueños que no solo se queden en uno, sino que lo trasciendan. Hoy, nos encontramos reunidos en este Auditorio que empezó como un sueño…y que luego de intenso esfuerzo, de mi padre, y de muchos otros, se hizo realidad.
Américo, soñó con formar un hogar y ha sabido sembrar en sus hijos su espíritu, su amor por el trabajo, su dedicación por la familia, su amor por el arte y la cultura y su generosidad que siempre comparte con todos los que se le acercan.
Soñó compartir lo aprendido, y desarrolló su ciencia como maestro universitario e investigador. Enseñó en el pre - grado a sus alumnos de agronomía el curso de agrotecnia. Enseñó en el post grado sus cursos de extensión agrícola, que después se convirtieron para él en una pasión. Lo recordamos en su escritorio, en casa, preparando sus clases, los exámenes y luego corrigiéndolos. EL puso la semilla en la mente de sus alumnos, para que estos a su vez transmitieran la importancia de la enseñanza y su metodología en como hacer llegar la información a quienes la necesitaban, promoviendo la empatía. Recuerdo –siendo niño - cuando lo veía planear sus “días de campo” con los campesinos de nuestro amado Perú, y –siendo adolescente- recuerdo su gran empeño al preparar el material educativo para ser utilizado en sus actividades de extensión.
Este Auditorio, fue uno de los sueños de mi padre. El quería, un lugar especial para su Alma Mater, donde lo académico y la transmisión de conocimientos se desarrollara en un ambiente adecuado, moderno y funcional. Pero también un lugar donde, a la vez se pudiera cultivar el espíritu, a través de fomentar la cultura, el arte, el teatro, la música, y la danza. Están aún en nuestro recuerdo familiar, el entusiasmo que tenía al comentar los “avances de la obra” “los bosquejos de los murales” “el diseño de las butacas” “las luces” las coordinaciones con el director de teatro Ricardo Roca Rey, y con los artistas Carlos Bernasconi y Felix Oliva, quienes luego se encargarían de los hermosos murales exteriores. Recuerdo haber visto el mural en bosquejo, buscando a través del arte mostrar un mensaje de amor al trabajo, a la naturaleza, y a la historia agrícola de nuestros antepasados.
Muchos sueños de mi padre se hicieron realidad, por tener a su lado a una mujer maravillosa, que lo ama y lo comprende, que comparte sus alegrías, sus retos y desafíos. Su Choli, como él la llama, quien es su compañera de toda la vida. Ambos, por casi 48 años, han sabido unir sus cualidades para ponerlas al servicio de su familia, de sus amigos, de sus centros de trabajo, de la universidad, y de la sociedad. Ambos han llegado hasta donde están porque su amor es de aquellos que permite crecer y desarrollar. Un amor, que se reconoce por sus frutos.
Mi padre, y toda nuestra familia, agradecemos este homenaje de su alma Mater a través de mis palabras. El ha hecho “vida” el lema de su Universidad: “COLERE CUPIO HOMINEM ET AGRUM”- “Quiero cultivar al hombre y al campo”. Y en su desarrollo personal sin duda su Alma Mater puso su parte en cultivar su persona, y en respuesta él dio lo mejor de su vida, como una retribución.
Uno de sus papeles favoritos en el teatro, fue el de representar a “ el labrador” en el auto sacramental de El Gran Teatro del Mundo de Calderón de la Barca. Mi padre no solo ha sido un labrador como actor, sino también en la vida real, pues en las diferentes dimensiones de su vida supo sembrar, labrar bien la tierra, abonar y regar, para que sea nuestra sociedad la que coseche.
Estoy seguro, que un sueño que nunca tuvo mi padre fue el que este Auditorio llevara su nombre. … este Auditorio les recordará a los “Molineros”, de hoy y de mañana, que para cultivar el campo, es necesario cultivarse a uno mismo en las diferentes dimensiones de nuestra vida tal como mi padre lo hizo. Tenemos que ser labradores de nuestro propio destino, luchando por hacer realidad nuestros sueños.
Gracias a ti padre por ser un “labrador” que con tu esfuerzo hiciste de tus sueños y esperanzas una realidad. Eres un hombre modelo para tus hijos, y tus nietos y para todos los que conocen tu obra, ahora perennizada a través de este homenaje que te hace tu Alma Mater. Ser hijo tuyo es un privilegio, y constituye un legado que se atesora en lo más profundo del corazón. Has sembrado cualidades como las de “actuar siempre con un espíritu profundamente humano”; “tener responsabilidad en el trabajo”; “audacia para arriesgar por lo nuevo” ; “amor y tiempo para la familia”; “principios y valores “ y “fomentar el arte y la cultura”
La vida, como decía Calderón de la Barca, es un Gran Teatro, un Gran Auditorio. Y Américo Valdez Marín, ha sabido obrar bien, labrar bien en las mentes y los corazones de quienes lo conocen y en las obras materiales que él gestó.
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