Para encender nuestra lampara“Nadie enciende una lámpara y la pone en un lugar escondido, ni bajo un cajón, sino en lo alto, para que los que entran tengan luz.” Lucas 11, 33
Jesús es "la luz del mundo" (Juan 8,12), y desea encender nuestros corazones. Se trata de entender que le necesitamos y que debemos abrirnos a él para encontrar y vivir su voluntad. Nadie da lo que no tiene y si queremos contagiar su amor es necesario acercarnos a él: en la oración, en sus Evangelios y en los Sacramentos. Y es la Eucaristía el regalo que nos da para encender nuestra lampara con la luz que nunca se apaga. Sin embargo es importante recordar que nuestra humanidad a veces nos hace tener miedo. Es allí donde es importante la oración, su Palabra y en especial el Sacramento de la Reconciliación, para sentir el amor del Señor, para sentir como él nos quiere a su lado, para limpiar bien esa lámpara para que reciba la luz que nunca se apaga. Entonces los miedos se irán desvaneciendo y podremos poner la luz en lo alto, para los demás.
Entonces entenderemos mejor lo que es el Amor.
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