
Amor y Arte
La semana pasada que estuve de viaje asistiendo a un congreso, me tome un día libre el último día. Estando en la ciudad de Washington, decidí visitar museos.
Al ver la National Gallery of Art pensé en mi padre, un hombre generoso, sensible y amante del arte (hasta hace unos pocos años disfrutaba de pintar y hacer teatro). Desde que yo era muy niño él me mostraba sus libros de obras de arte de la pintura y cuando él pudo visitar el National Gallery of Art en DC nos trajo reproducciones de sus cuadros favoritos, algunas de las cuales enmarcó y colocó en lugares de la casa. Entrar al museo y visitar las pinturas fue toda una experiencia, pero lo más especial fue al ver los originales de aquellas obras de Renoir, Manet, Rafael, y Murillo que alguna vez me mostró papá. Me emocioné profundamente al darme cuenta de cuan afortunado había sido de niño en que mi padre haya podido compartir conmigo ese amor por el arte. Desee abrazarlo y besarlo, como si fuera un hijo prodigo que regresa a casa para dar gracias por todo lo que ha recibido.
Cuantas veces los padres dan tanto y los hijos no se dan cuenta de lo que reciben. Al ver esos cuadros lo comprendí. He sido muy afortunado. Mi padre supo hacerlo y espero hacerlo yo también con mis hijos...y todos los padres deberían hacerlo. Compartir las cosas especiales, no solo los buenos ejemplos o el cariño, sino también esos regalos del amor que no esperan nada. Ese amor al arte fue sin duda algo que papá y mamá me enseñaron, mi padre a la pintura, al teatro y a la literatura, mi madre a la música.
Estar en ese museo y ver las obras de arte que alguna vez papá me mostró de niño y darme cuenta del regalo que mi padre me dio alguna vez fue una experiencia extraordinaria.
Regresando a Lima abrace fuerte a mi padre y le di las gracias. Se emocionó.
Dicen que amar es un arte, pues mis padres me enseñaron que el amar el arte puede ser también un regalo del amor.
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