Para que el amor sea pleno
Hace unos días escuchaba a alguien decir que es muy doloroso cuidar de un ser querido. Es cierto, sobre todo cuando este ser querido ya no es "el mismo", cuando por alguna enfermedad está persona cercana a perdido la capacidad de conexión que lo hacía tan especial, cuando compartía sus sueños, cuando podía decir te amo, cuando era conciente de todo lo que sucedía a su alrededor. No es fácil pasar por una situación así. Pero a la luz de la fe y la esperanza esa enfermedad de ese ser querido, ese estado de aparente ausencia puede ser una gran bendición. Y es que una situación así es la prueba más grande para aprender a amar, para darlo todo sin esperar nada, para amar plenamente. Entender esto no es fácil, pero es en situaciones así donde descubro en los familiares de mis pacientes una capacidad de amar tremenda, una entrega que no espera nada, que todo lo da.
Es así como Dios nos ama. Sin esperar nada, somos sordos a lo que él nos quiere decir, somos ciegos a lo que nos quiere mostrar, no le hablamos y vivimos muchas veces ausentes a su presencia. A pesar de eso él nos ama y nos lo quiere dar todo.
El familiar de un enfermo dependiente y que ha perdido ciertas facultades mentales tiene la oportunidad de comprender un poco más a Dios...y así quizás amarle más. Es cierto, vive una cruz, pero una cruz que hará resucitar su amor si ve las cosas a la luz de la fe y la esperanza. Quien pasa por una situación así aumenta su capacidad de amar.
Si alguno de ustedes pasa por una situación así con un ser querido, abrácelo fuerte y déle las gracias por permitirle descubrir cuanto uno es capaz de amar sin esperar nada.
El amor siempre da frutos y los milagros a veces ocurren.
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