Amor del Bueno
Ayer recibí a una paciente mayor que vino acompañada de su joven nieto, un exitoso profesional. Me enterneció mucho la escena porque se veía en él una preocupación sincera por su abuela.
Ya antes había conversado con otra paciente sobre el tema, sobre el amor de los nietos, y ella me dio su secreto: "Una abuela no debe ser otra mamá, debe ser la abuela, dando todo su cariño, engriendo a los nietos en la justa medida sin asumir el rol que les toca a los papás. Yo no me preocupo si comen toda su comida, si se portan bien, si hacen sus tareas. Para eso están sus papás. Yo me encargo de que se sientan queridos, de engreirlos sin esperar nada a cambio fuera de sus sonrisas y su cariño. Que cuando yo no esté no me recuerden como otra mamá que dice no hagas esto o haz esto. Quiero que me recuerden como alguien que los ama y les da todo lo que los hace felices, tolerando a veces algunas pequeñas travesuras, pero esforzandome porque que sientan que el amor debe ser desinteresado".
Es cierto , a veces los padres damos a nuestros hijos muchas cosas en función de lo que ellos nos dan: a mejores notas, a mejor conducta, a más motivo de orgullo los premiamos más. Pero los abuelos tienen la oportunidad de dar sin esperar nada.
Estoy seguro que ese nieto y esa abuela que me visitaron ayer son muy unidos porque ella lo dio todo sin esperar nada a cambio. Cuando los vi salir juntos fuera del consultorio me emocionó darme cuenta que ese es el amor del bueno, el que no espera nada pero lo comparte todo, el amor que llega como un regalo.
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