Experiencias y Espiritualidad

Conversaciones

Cada encuentro con otra persona es un regalo que Dios nos da. Todos los días me maravillo ante las cosas que descubro en mis encuentros con la gente. Con mis hijos aprendo, con mis pacientes aprendo, con mis compañeros de trabajo, con los familiares de mis pacientes. Hoy por ejemplo conversaba con alguien sobre lo importante de no cerrar puertas. Muchas veces pensamos de manera absoluta y todo se convierte en blanco o negro. El que no está conmigo está contra mí. Y nos olvidamos que en el mundo natural hay millones de colores, como hay millones de personas, cada una diferente a la otra, con experiencias distintas que nos hacen ver algunas cosas de manera diferente. Un saludo indiferente podría resultarnos ofensivo, pero si no sabemos qué es lo que está viviendo esa persona, no podemos tomar conclusiones correctas. A lo mejor no es indiferencia, sino cansancio, o alguna tristeza, o algo que puede cambiar con palabras de aliento y empatía. Nos gusta recibir las cosas como esperamos, y a veces no miramos desde el otro lado y nos perdemos de recibir cosas maravillosas. Conversábamos con alguien, quieres recibir rosas rojas en vasija de plata y por esperar ese regalo, no te das cuenta de las orquideas que hay sembradas en los arboles a tu alrededor. No cerremos puertas, aprendamos a escuchar y veremos como cada encuentro es un regalo, para aprender a ser fuerte, para aprender a ser paciente, para conocernos más a nosotros mismos y a quienes nos rodean, para aprender a dar lo mejor de nosotros, para aprender a recibir los regalos que nos da la vida, aun en los momentos más difíciles.