AbrazosTodo lo damos por entendido, y a veces las cosas más simples no son tan simples como parecen. Conozco una pareja de esposos que pasaba por momentos difíciles que no dependían de ellos. Era una cuestión circunstancial, estaban despidiendo personal en la empresa donde trabajaba uno de ellos. Acababan de obtener un préstamo muy importante y les preocupaba la posibilidad de que él pierda el trabajo. Seguro la historia suena conocida, pues es una situación muy similar a otras que conozco. El problema estaba en que ambos estaban tan preocupados por lo que podía pasar, que dejaron de lado ciertas cosas esenciales en una relación y al final ella empezó a presentar unos síntomas muy extraños.
Todas las pruebas salieron normales y su examen físico fue normal, lo cual me sugirió que el problema era más del espíritu que del cuerpo. Los dos habían venido a la cita, y les pregunté si algo les preocupaba. La respuesta fue afirmativa y me contaron lo que pasaba. Comprendí como un hecho circunstancial estaba afectando la relación que tenían.
"¿Cuándo fue la última vez que abrazaste fuerte a tu mujer y le dijiste que la amas?" le pregunté a él. El se quedó en blanco por un instante, se miraron el uno al otro y los ojos de ella se llenaron de lágrimas. Estaban tan preocupados por lo que podría pasar que habían dejado de compartir cosas que nunca se deben dejar de lado. Entonces les dije que si se tenían el uno al otro, lo coyuntural era solo eso, coyuntural, pero no debían descuidar su relación. Por prescripción médica (y lo he hecho muchas veces con otras parejas) escribí que tenían que abrazarse fuerte el uno al otro. Las palabras a veces no son tan importantes como las acciones. Ahora son buenos amigos míos, y quien sabe lean estas líneas y recuerden ese día. Algo tan sencillo como un buen abrazo de un ser amado puede también ser medicina. A veces cuando he tenido un día duro (un paciente muy enfermo, o alguien que ha partido) les pido a mis hijos o a mi esposa que me abracen. Y a veces he sentido en esos brazos un abrazo aun más grande. Aprendamos a abrazar y dejémonos abrazar. No es solo un cliché para la televisión, hay abrazos que pueden cambiar una vida. San Francisco de Asís abrazó a un leproso...y vio las cosas con mayor claridad.
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