Cuando hay esperanzaToda partida es siempre un momento de sentimientos encontrados. Por un lado la separación de un ser especial en nuestras vidas, y de otro lado el comprender que hay etapas en la vida en las que el partir se hace inevitable. Muchas veces ese partir es hacia nuevas oportunidades, hacia nuevos rumbos, hacia nuevos horizontes. Uno siempre debe aprender a ser desapegado, comprendiendo que llega un momento en la vida en el que es necesario dejar partir. “Let go” como dicen en inglés. Pero no un dejar partir para quedarse con un sentido de pérdida, sino ver más allá y darse cuenta que toda partida implica mucho más que un cambio. Para esto es esencial cultivar un sentido de esperanza en que lo que viene después va a ser mejor siempre que usemos bien nuestra libertad. Pasa con los padres cuando parten los hijos. Pasa siempre que alguien especial o importante para nosotros nos deja buscando nuevos horizontes.
En la vida de todo ser humano hay un momento en el cual hay partidas sin retorno. Es el momento en el cual de una manera súbita a veces, o de una manera a veces larga y difícil uno se enfrenta ante la realidad de la muerte. Hace unos pocos días falleció una persona amiga, una persona que luchó contra su enfermedad hasta el final, pero también una persona que tenía esperanza. Como conversamos con ella más de una vez, hay dos tipos de esperanza que un enfermo debe tener siempre. La primera, la esperanza en que las cosas pueden mejorar, en que la ciencia puede ofrecer alternativas que van a cambiar un pronóstico o aliviar y hacer el camino más llevadero y la esperanza en que los milagros pueden ocurrir. La segunda es la Esperanza trascendente, la Esperanza que nace de la fe, cree en la providencia y sabe que al final todo atardecer conduce a la noche que anticipa un nuevo día. Mi paciente amiga lo sabía. Cuando hay Esperanza uno entiende que esa partida fue rumbo a la eternidad, al encuentro con el AMOR, con Jesús, en quien ella creía firmemente. La última vez que la vi, un día antes de su partida, hicimos con su madre y su hermana una oración a su lado. Le conté de este Blog. Humanamente extrañaré sus e-mails con mensajes para levantar el espíritu y compartir la profunda Fe que ella vivía. Pero entiendo la trascendencia de su partida y la paz que ella ha encontrado al encontrarse con el Señor, tengo la certeza que desde el cielo cuento con sus oraciones.
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