Aprendiendo a ser paciente
Vivimos tan rápido que muchas veces no tenemos tiempo para lo importante. Lo urgente saca ventaja y cuando nos damos cuenta vemos con tristeza como hemos dejado de lado situaciones valiosas, momentos que no se repetirán nunca más. Las preocupaciones nos privan de ver bien el camino. Es difícil avanzar cuando las cosas no nos salen bien, especialmente cuando no dependen de nosotros. La enfermedad es una de esas situaciones. Cambia las prioridades, aparece la incertidumbre, a veces hay miedo ante lo desconocido. Nadie quiere sufrir, nadie quiere estar enfermo. Pero es una realidad en la vida de todo ser humano, que en algún momento sucederán cosas que no están en nuestras manos. Es entonces cuando la paciencia y sobre todo la esperanza deben ayudarnos a salir adelante. No es tan difícil cuando hay fe, pero si más doloroso cuando no hay esperanza,
Usualmente no sabemos ser pacientes, no sabemos descubrir el misterio que se esconde en una etapa a veces muy difícil de la vida. A la luz de una esperanza fortalecida por la fe y multiplicada por el amor, es posible ser paciente ante las adversidades y entender que se tratan de oportunidades… oportunidades para descubrir quienes somos y quienes realmente nos acompañan. La verdad es que nunca estamos solos, a no ser que sea porque deseamos estarlo.
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