No matar la esperanza
Hace poco el familiar de un paciente me contó una historia. Por una emergencia el paciente se tuvo que hacer ver en un hospital del estado y le incomodó mucho al familiar el hecho de sentir que muchas veces los médicos ante lo complicado del caso ya lo daban por perdido. Como que ya no había nada que hacer. Ante esa actitud la familia decidió transferirlo a la institución donde yo trabajo. Su médico de cabecera lo acompañó, porque el no había perdido la esperanza.
Hace unos días, después de estar varios meses de lenta pero impresionante mejoría, el paciente regresó al hospital donde lo daban por muerto, para realizar unos tramites burocráticos. Su familiar me contó como todos estaban sorprendidos de verlo no solo vivo, sino caminando y con ganas de vivir.
¿Cuál fue la diferencia? El no matar la esperanza. Para mi no fue el hecho de que uno haya sido un hospital del estado y el otro uno privado, fue el que su médico de cabecera, un cirujano con corazón, no haya perdido la esperanza de que todo pueda mejorar y que haya podido contagiar esto al paciente y a su familia. El también me lo contó, como a veces (y lo he visto también en hospitales privados) cuando un paciente está muy grave como que muchos de los médicos ya no le ponen ese extra esfuerzo que marca la diferencia.
Es cierto, la medicina es una ciencia y debemos pisar tierra, pero nunca debemos matar la esperanza, aun en las situaciones más adversas. Ser realistas sí, pero conscientes que a veces un poco de esfuerzo extra marca la diferencia. Y ello no solo implica entender que las estadísticas son solo estadísticas, sino ponerle corazón a nuestro trabajo y aceptar que a veces los pequeños milagros existen.
Hace poco tuve una paciente que tuvo un cuadro gravísimo de shock por un infarto al corazón. Varios cardiólogos le dijeron a la hija que no había nada que hacer. A mi la hija me preguntó y le dije la verdad, que según la estadística el pronostico de su madre era muy grave, pero que hay cosas que no dependen de la estadística, su madre es una persona espiritualmente fuerte y que yo, aunque consciente que lo peor podía suceder, prefería mantener una luz de esperanza... La paciente está en su casa hace más de 3 meses, caminando y cuidando de su esposo. Para mi un pequeño milagro del amor y la esperanza. Y así como ese caso podría comentar otros. Fue el amor de la familia y la esperanza lo que permitió que suceda lo que estadísticamente no debía suceder.
Se trata de no perder nunca la esperanza y contagiarlo los demás. Sin embargo cuando hablo de esperanza siempre tengo presente esa otra esperanza que es la más difícil de tener y es aquella en la que entendemos que la muerte es parte de la vida y que la muerte es la puerta a la eternidad.
Todos queremos tener una vida plena y vivir muchos años, pero en realidad eso no solo depende de nosotros. La incertidumbre está a la vuelta de la esquina, siempre presente, pero no por eso vamos a dejar de vivir plenamente. Lo importante es vivir con esperanza y con amor. Y si somos afortunados de tener una Fe fuerte, entonces le Esperanza se contagia a los demás como una forma de vivir el Amor.
Como médicos aprendamos a no quitarle la esperanza a nuestros pacientes, sin dejar de ser realistas o científicos, aceptando que a veces pueden ocurrir pequeños milagros. Tampoco se trata de dar falsas esperanzas, pero si de aceptar que no tenemos todas las respuestas
No matemos la esperanza, y descubriremos como el Amor puede a veces obrar milagros. No todo es ciencia, el poner ese extra más en nuestro trabajo siempre puede ayudar un poco más.
1 comentario:
me encanto!
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