No somos Dioses
Hace unas semanas recibí un correo de una paciente que ahora vive en Francia. Ella estuvo de vacaciones por Lima y durante su estadía me visitó como paciente y contó de un cuadro que había presentado en Francia. Le expliqué que lo que había presentado probablemente se debía a un cuadro autoinmune y decidí repetir las pruebas que se habían realizado por allá, además de algunas pruebas adicionales. Los resultados en Lima salieron no solo positivos, sino que además se detectó una deficiencia vitamínica que explicaba también algunos síntomas no relacionados al cuadro autoinmune.
La paciente se sintió mejor con el suplemento nutricional que iniciamos y puesto que no habían síntomas activos del proceso autoinmune le recomendé que de regreso a Francia le muestre los resultados a su médico. De hecho le mencioné que en las enfermedades autoinmunes a veces los resultados pueden salir negativos en fases iniciales de la enfermedad y que ese fue el motivo por el cual repetí las pruebas. He visto cuadros similares en los que las cosas no son claras al principio y es necesario repetir los análisis.
Me escribió desde Francia molesta con su médico Francés (un joven médico graduado de una de las mejores Facultades de Medicina de Francia) pues este le había dicho que no servían los resultados hechos en Perú y le recomendó suspender el suplemento nutricional pues no creía en los resultados, era "imposible que los análisis en Francia no hayan salido positivos". Mi paciente lo bautizó como Dr. Dieu, y me comentó en su correo (con algo de tristeza) como era posible que ese médico tenga esa actitud de ser como Dios, dueño de la verdad. Por supuesto que me comentó que seguiría tomando el suplemento vitamínico pues sus síntomas (explicados por dicha deficiencia) estaban mucho mejor y se sentía muy bien.
Si hay algo que siempre trato de tener presente es que siempre puedo estar equivocado. No soy Dios, no soy perfecto, no soy infalible. Pero conciente de ello trato siempre de estar al día, de estudiar, de no dejar cabos sueltos, de preocuparme de mis pacientes en toda su realidad, no solo física, sino mental y espiritual. Como alguien me enseñó alguna vez, con las 3 "Cs" que todo médico cristiano debe cultivar: Ciencia, Compasión y Cristo. No se trata de que mi paciente piense o crea lo mismo que yo, no hago proselitismo religioso a través de mi trabajo, pero si deseo que cada paciente que veo se sienta especial. Y es que quienes estamos en contacto con enfermos, debemos recordar que a quien estamos atendiendo en cada paciente es también al Señor. "Estuve enfermo...y me visitaste".
No somos Dioses. Es imposible tener todas las respuestas y a veces hay casos en los que no es posible llegar a un diagnóstico preciso. Cada cuerpo humano es diferente y uno debe estar preparado para ayudar a aquellos pacientes en quienes la enfermedad es imprecisa, en quienes la incertidumbre es una realidad más que transitoria, en quienes las cosas pueden no ser tan claras como uno quisiera.
La soberbia en medicina es un tema que muchas veces hace que los médicos no veamos las cosas como realmente son. Incluso hay médicos que no leen, no se actualizan o lo hacen mal, extrapolando estudios de realidades muy diferentes a la de los pacientes que vemos. No escuchan ni consultan con otros colegas con más experiencia o más actualizados. La Universidad donde uno se formó es importante, pero uno es el que marca la diferencia dependiendo de su deseo de aprender cosas nuevas y estar al día. De hecho una buena universidad te facilita las herramientas para hacerlo mejor, pero al final depende de cada uno. Y la Soberbia es enemiga de la Sabiduría. El conocimiento sin humildad no llega a ser iluminado por la Sabiduría.
Ser médicos no nos hace mejores que los demás, tan solo nos obliga a ser más responsables porque de nuestras decisiones dependen vidas humanas. No somos Dioses, hay variables que no dependen de nosotros, cada cuerpo humano es diferente, no todos los pacientes responden igual incluso a los mejores tratamientos. Pero si estamos armados de la mejor ciencia, trabajamos con compasión y llenamos nuestros actos de amor, entonces sin ser Dioses dejaremos en nuestros pacientes una huella que no es nuestra. No somos Dioses, pero si en nuestros actos hay Sabiduría, compasión y Amor, podremos estar reflejando un poco de Su presencia.
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