Que el mundo no nos comaHace poco escuché una historia. Me la contó un paciente a quien estimo mucho. Me contaba sobre su familia.
Este paciente no se casó, pero es una persona especial porque ha dedicado su vida a saber estar, a saber acompañar, a ser como el Buen Samaritano con sus seres queridos y quienes lo rodean.
No sé si se habrá dado cuenta, pero la verdad que me emociona mucho todo lo que hace por su familia...por sus hermanos, por sus sobrinos, por sus sobrinos nietos. Es sin duda un ángel de la guarda que comparte con los que están cerca el Amor que Dios le da. Ojala que tome más conciencia de la hermosa tarea que realiza pues ello le daría aun más ánimo para seguir haciendo lo que hace. Los años pasan y siente a veces que ya no tiene la misma energía que antes, pero creo que eso no importa porque el amor no solo está en los actos, sino en las miradas, en los gestos, en las sonrisas que nacen del corazón y de la Fe. Por eso creo que no importa que ya no pueda hacer todo lo que antes hacía. Siempre podrá hacer lo que sus años le permitan hacer, la presencia cuando nace del Amor es siempre bastante y más.
En su última visita me contó una historia. Sobre alguien de su familia. Sobre como a veces uno vive para trabajar y entonces se pierde la perspectiva del camino. El medio se convierte en fin y como me dijo con sus propias palabras: "El mundo termina comiéndoselo a uno".
A veces nos olvidamos que un trabajo es un medio y no un fin. No solo eso, sino que a veces nuestros pocos ratos libres se convierten en un escape, en un cerrar los ojos a lo verdaderamente importante.
Cuantas tristezas nacen de escapar a la realidad...y no necesariamente a través de vicios...a veces el escape es de lo más sutil. El activismo laboral, el deporte desmedido, el no detenernos ni un instante para vernos a nosotros mismos y darnos cuenta de que no sabemos hacia donde vamos ni pensamos hacia donde realmente nos gustaría ir. A veces he escuchado tristes historias de personas que se entregan tanto al trabajo o su actividad de distracción (deporte, gimnasio, etc) que le roban tiempo a la familia. La familia debe ser la primera escuela del Amor, y si uno no invierte su tiempo en ella y le roba tiempo valioso a los hijos o a la pareja es comprensible que muchas familias se vayan destruyendo. Se toma entonces el camino fácil, no funcionan las cosas y se corta el árbol de raíz. Por eso muchos atacan ahora a la familia. "No sirve", "allí nacen los complejos", "allí se te quita libertad". El mundo nos quiere hacer creer que es así.
Como menciono, la familia DEBE SER una escuela del Amor, pero eso no viene gratis. La familia es como un árbol que hay que regar, podar, enderezar. Solo así puede dar sombra, solo así puede dar buenos frutos. Que el mundo no nos haga creer que no es así. El que en algunas familias la falta de amor haya destruido lo que podía convertirse en un árbol que de sombra y de frutos no debe ser motivo para no creer en el Amor y en lo que una familia puede lograr cuando hay Amor.
Y el verdadero Amor solo puede nacer de una estrecha relación con Dios.
El mundo nos come al confundirnos y lograr que convirtamos los medios en fines.
Es bueno trabajar, para poder ganar lo justo y pasar tiempo de calidad con los que amamos.
Es bueno hacer deporte, para que nuestro cuerpo libere energía y nos recreemos sanamente. Son medios, no fines.
Trabajar sin descanso y hacer ejercicio desmedido pueden ser un escape. El fin no es escapar, el fin es aprender a ser felices con lo que tenemos, es descubrir que el amor se empieza a vivir en familia.
No le robemos tiempo a los que más nos necesitan, en especial a nuestra familia, que el mundo no nos coma...lo demás, si Dios así lo quiere, vendrá por añadidura cuando tenga que venir si es que tiene que venir. Es cuestión de estar en paz, con la alegría que nace del Amor de Dios.
Que el mundo no nos coma, que no se apodere del tiempo que debemos pasar con nuestra familia y quienes están cerca nuestro, más aun cuando se pasan tiempos difíciles, cuando nuestros hijos necesitan más de uno.
1 comentario:
Luis Manuel:
A raíz de la muerte de ese amigo tan querido para nosotros ha surgido en mi una necesidad profunda de valorar en su real dimensión la tremenda bendición de mi familia, de todos y cada uno de ellos, con sus características, virtudes y defectos.
Ciertamente como dice el Salmo, nuestros hijos son flechas en la mano del guerrero, fortaleza en el combate, un verdadero regalo de Dios.
No existe oferta de este mundo por más atractiva que sea que llegue ni siquiera a a los talones de la felicidad que hemos de encontrar en esa escuela de Amor (nótese la A mayúscula). Por tanto pretender darle más valor a cualquier otra cosa es una locura y al mismo tiempo una tristeza.
Que Dios nos dé la fuerza para cumplir nuestra misión de ser docentes y aprendices en esa bella escuela.
Saludos
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