Entre el Amor y el Deseo
"Ustedes hermanos han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos..., háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor."
Gálatas, 5,13.
Cuando escuché la semana pasada en misa la lectura de la Carta de San Pablo pensé en esa conexión que hay entre el amor y la libertad, y esa distinción que hay entre el deseo y el amor.
Usualmente cuando uno desea algo, lo hace en función de uno mismo, yo deseo algo y ese algo usualmente es para mi. El amor no es para uno, sale de uno mismo (iluminado y enriquecido a partir de nuestra relación con Dios) y vuelve a uno después de haber dado a los demás para acrecentar nuestra capacidad de amar.
El mundo que nos rodea está de espaldas a Dios porque no entiende el sentido de su libertad. No entendemos que la libertad debe estar al servicio del amor y no al servicio de nosotros mismos.
San Pablo en su carta se refiere al deseo carnal. Los hombres usamos nuestra libertad para satisfacer nuestros gustos, lo que nos causa placer, lo que nos agrada, lo carnal.
Lo que no entendemos es que lo que nos debe agradar y lo que debemos desear es el Amor, ese amor que solo puede nacer una relación cercana a Dios.
No es fácil, en nombre de la libertad y la democracia se han cometido grandes injusticias.
El Amor no es democrático, ama a la oveja perdida igual que a las otras 99 que nunca se perdieron. Por eso el verdadero Amor es verdaderamente libre, porque trasciende los deseos (la democracia es el deseo de la mayoría).
Necesitamos convencernos y creer que en el servicio a los demás, por medio del amor, está la fuerza que puede cambiar nuestra sociedad.
Somos "libres" pero no nos damos cuenta que vivimos esclavos de respetos humanos, de egoísmos, de pasiones y deseos que nos atan al poder, a las cosas o a las personas...a lo carnal.
Usemos nuestra libertar para empezar a cambiar "a través del AMOR".
En realidad si hay un deseo que todos deberíamos tener: el libremente amar a Dios para que sea él quien ame a través nuestro. Convertirnos libremente en espejos de su amor, para reflejar hacía los demás su mensaje y su vida en nuestros actos.
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