Una inteligencia llena...Algo que nos pasa muchas veces es que nos conformamos con lo que tenemos, nos adaptamos a nuestra comodidad y no buscamos oportunidades para dar más, para ser más.
Todos hemos recibido un don, pero muy pocas veces somos concientes de la responsabilidad que ello representa.
Los médicos somos quienes más que nunca necesitamos recordar que nuestra inteligencia es un don, pero un don que de nada sirve si no va acompañado de algo más. Y la última Carta Encíclica de SS Benedicto XVI "Caritas in Veritate" ("Sobre el Desarrollo Humano integral en la Caridad y en la Verdad") nos regala una frase que si bien es para todos los hombres de buena voluntad, creo que los médicos debemos tenerla muy presente: "No existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor."
El amor como Caridad (Agape, que trasciende al amor fraterno y al amor erótico), el amor como donación, como entrega, como sentido de nuestra existencia.
También nos dice SS Benedicto XVI "Las exigencias del amor no contradicen las de la razón. El saber humano es insuficiente y las conclusiones de las ciencias no podrán indicar por sí solas la vía hacia el desarrollo integral del hombre." Estas palabras también deben calar profundamente en todos los que ejercen una vocación de servicio a través de la ciencia. La ciencia médica es insuficiente porque el saber humano es insuficiente y porque el hombre es una unidad de cuerpo, mente y espíritu. Si nos olvidamos de ello, no vamos a poder ayudar a nuestros pacientes de una manera integral. Todo acto médico (guiado por la ciencia y la inteligencia) debe estar lleno de amor. Acercándonos al paciente en toda su realidad, y para quienes somos creyentes, descubriendo a Cristo en el enfermo...recordando las palabras de Jesús: "estuve enfermo y me visitaste".
Esforcémonos porque nuestro amor sea rico en inteligencia y nuestra inteligencia esté llena de amor.
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