Más allá de nuestra realidadHace unos días un paciente amigo me regaló un mail en el que compartió conmigo una experiencia muy especial. Él es una persona muy buena, a quien le ha tocado vivir un problema de salud leve pero algo incómodo. No hay nada mejor que estar sano, pero el tener síntomas que a veces te distraen de otras cosas importantes en la vida es algo que siempre afecta. Es difícil sufrir una enfermedad crónica, sea asma, artritis, diabetes, o lo que fuere, el tener que depender de pastillas para sentirse bien no es fácil.
Este amigo descubrió algo muy especial, y es que el salir de nuestro mundo, el salir de uno mismo para ayudar a otros es también medicina. Como él me contó, tuvo “una experiencia inédita y emotiva”. Sus padres organizaron una actividad paseo para niños de un albergue que los acoge por sufrir de cáncer. Niños de origen humilde, la mayoría muy pobres. Mi amigo nunca se había interesado en dichas actividades (como él me dice “yo y mis problemas”). Él fue sin mucho entusiasmo, pero al final se quedó sin palabras. “Una experiencia extraordinaria”. Como él me escribió: “bastó ver esos rostros, esas miradas llenas de alegría de ilusión y esperanza en los niñitos y la buena voluntad de las personas que los cuidan, personas humildes que ofrendan hasta su vida por atenderlos en el día a día, en sus penurias, pase lo que pase, como el caso de una monja… de 86 años que con una osteoporosis grave bailaba y cantaba de una manera graciosísima sólo por los niños, eso es verdadero Amor”.
Mi amigo recibió una gran lección que con su permiso comparto en este blog. Como él me escribió “sonreí, reí (y eso que me es difícil)”. A veces nos quejamos de tantas cosas y no nos damos cuenta que hay gente que pasa situaciones mucho más difíciles que las que nos toca vivir. Creo que esta experiencia le ha hecho descubrir a mi amigo muchas cosas de si mismo y de sus padres. No dudo que él va a poder hacerlo otra vez (y posiblemente yo me ofrezca a acompañarlo). Más allá de la realidad que uno vive como paciente siempre existen oportunidades de salir de nosotros mismos y poder regalar sonrisas y amor. El amor es siempre medicina, pero no basta recibirlo, también hay que aprender a darlo y en abundancia. Como decía la madre Teresa de Calcuta: “Amar hasta que duela”.
Gracias paciente amigo.
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