Cuando hay AmorHoy día por la mañana recordábamos con su mamá como cuando recién nos casamos nos hacíamos la pregunta ¿Tendremos hijos?. Y viéndolos ahora hechos unos niños con ganas de seguir creciendo nos maravillamos de como son un hermoso regalo del amor de Dios. Lo curioso es que si bien han crecido (ya tienen 8 y 9 años) el amor nos hace verlos igual que el primer día. Es la esencia del amor, el olvidarnos de los cambios físicos reales, para aprender a ver con el corazón. Lo mismo nos pasa a todos los adultos con la gente muy cercana. Nos encontramos con un viejo amigo del colegio y a los pocos minutos parece como que el tiempo no ha pasado. Miramos a papá o mamá y después de unos segundos los vemos igual que siempre, como si el tiempo no hubiera pasado.
Pero el tiempo si pasa, no perdona, no se detiene. Por eso empiezo hoy a escribir esta columna para ustedes. Estas palabras serán suyas siempre que quieran leerlas, escucharlas, recordarlas. Van creciendo tan rápido que espero que estas palabras estén siempre a su lado. No reemplazan el tiempo que les doy, ni los abrazos ni los besos ni el estar juntos en silencio o haciendo tareas o leyendo un cuento o caminando juntos a misa o jugando en el jardín. Eso estará también siempre que pueda, pero las palabras escritas son un complemento que quedará siempre guardado. Cuando hay amor nunca es bastante, nunca es demasiado, y unas cuantas reflexiones o pensamientos para compartir con ustedes son y serán siempre un regalo.
Los ama, papá.
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