Estar realmente cercaLa enfermedad no solo toca al enfermo, sino también a todos los que lo rodean. Los familiares más cercanos, los amigos de verdad, las personas para quienes el enfermo ha sido y es especial. A veces también los médicos, enfermeras y personal de apoyo también nos vemos afectados por lo que vive nuestro paciente día a día, especialmente cuando hemos acompañado a nuestros pacientes durante mucho tiempo. Hace unos años recuerdo que uno de mis mejores amigos enfermó gravemente. Yo fui a visitarlo muy pocas veces a cuidados intensivos del hospital donde estuvo, pero cada día le ofrecía mis oraciones de una manera muy especial. Cuando salió de alta (en su casa no había horario de visita) fui a visitarlo. Le pedí disculpas por no haber podido estar físicamente a su lado tanto como me hubiera gustado, pero también le dije que había rezado muchísimo por su recuperación (que valgan verdades con el accidente que tuvo para mi tiene mucho de milagroso; muchísima gente rezó por él). Fue en ese momento que vi los ojos de su esposa y comprendí algo que ahora me permite ayudar mejor a mis pacientes. Su esposa era quien más había sufrido, era por ella por quien también debí siempre rezar. El había estado en coma casi dos meses y era ella quien llevó la cruz del dolor y la incertidumbre. Desde entonces todas la noches no solo pido por mis pacientes, sino también por sus familias. Son ellos los que a veces sufren más, si bien no sienten el dolor físico que causa a veces una enfermedad, el dolor espiritual de ver sufrir al ser amado es a veces mucho más fuerte cuando uno ama de verdad. Uno nunca se enferma solo, la enfermedad afecta a todos los que están con uno. Y los que trabajamos en salud debemos tener esto presente. Ser empáticos y compasivos no solo con el paciente, sino con quienes están a su lado. Estar cerca de un paciente implica también estar cerca de su entorno, comprender su realidad. A veces quien más consuelo necesita es la familia. Los médicos muchas veces no queremos comprometernos, no queremos acercarnos...somos extremadamente "profesionales". Nos olvidamos que antes de ser profesionales somos seres humanos. Y todo ser humano es capaz de dar cosas valiosas a los demás. El estar cerca de quien nos necesita puede ser también medicina. Aunque al principio sea solo con nuestras oraciones, por nuestros pacientes y sus familias.
Ojalá al final sea nuestro trabajo el que se convierta en una oración, como decía San Ignacio de Loyola.
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